«Mi trabajo es que si Tindaya se hace, se haga bien y que si no, no se haga»
El arquitecto Lorenzo Fernández Ordóñez (Madrid, 1964) trabajó en el proyecto de Tindaya, primero de la mano de Eduardo Chillida, y tras el fallecimiento del artista, en estrecho contacto con la familia.
Dos décadas después de que el escultor donostiarra planteara la creación de un gran espacio cúbico en el interior de la montaña canaria, el proyecto continúa inmerso en la incertidumbre, a la espera de que se resuelva su viabilidad económica.
El próximo mes podría haber novedades. Mientras tanto, Fernández Ordóñez muestra un «moderado escepticismo» sobre el futuro de la obra.
-¿Cómo entra en contacto con Eduardo Chillida y el proyecto Tindaya?
-Debido a la amistad de mi padre con Eduardo Chillida, con quien había colaborado en varias esculturas, entro en contacto con la familia. Una vez que Eduardo ya había propuesto la obra de Tindaya, necesita una persona de su confianza para presentar y desarrollar sus ideas. Entonces, me propone que desarrolle el proyecto.
- ¿Cuáles son los primeros proyectos con los que se topan?
- El proyecto tuvo dos etapas. En una primera, se presenta, hay un concurso de proyecto y obra con el que Chillida y mi padre (el ingeniero José Antonio Fernández Ordóñez) no estuvieron de acuerdo, pese a lo cual, el Gobierno canario siguió adelante. A partir de ahí, desapareció una serie de dinero y el asunto acabó en los juzgados por una serie de irregularidades. En esta primera parte y afortunadamente, no cobramos ni una peseta ni participamos. Mi padre murió, yo tuve que declarar en el Parlamento de Canarias y acabó una etapa, que siguió por la vía judicial, ya que desaparecieron del orden de 1.700 millones de pesetas.
¡SALVEMOS TINDAYA!
¡SALVEMOS TINDAYA!
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